La templanza es el valor que te permite rechazar lo que llega a tu vida que te hace daño, que no quieres tener, que te incomoda o te molesta de alguna forma. Es la forma que tenemos para ser firmes en lo que queremos y para mantenernos a distancia de lo que no queremos.
La templanza le permite al individuo tener dominio y control sobre sus actos, logrando mantener el equilibrio, a través del disfrute de las cosas buenas sin caer en el exceso ya que se puede transformar en dañino o perjudicial para el propio ser.
La misma regula los instintos de una persona y eleva la dignidad, de esta forma nos hace sentir cómodos y a gusto con nosotros mismos. La templanza es una de las claves del éxito,porque simplemente nos permite realizar nuestra propia realidad, llenarla de las cosas que deseamos y evitando aquello que nos puede perjudicar o no nos conviene.
La templanza es indispensable para diseñar el estilo de vida soñado. En orden de conseguir y construir todas las cosas que queremos, es absolutamente indispensable la fuerza de voluntad con la cual rechazar todo lo que no necesitamos.
Puede ser difícil rechazar el placer a corto plazo, pero es absolutamente necesario para el éxito en el futuro. Sin sacrificios en el presente, difícilmente una persona puede obtener recompensas en el futuro. Además, es el medio por el cual nos hacemos valer como seres humanos y nos ganamos el respeto de los demás.
Si una persona no es capaz de imponer carácter y hacerse valer cuando la están tratando de manera injusta, da la impresión de que no tiene el respeto por sí mismo como para impedir malos tratos. La templanza se alimenta de la convicción y el autodominio, de la misma forma en que un cuerpo sano se alimenta de comida sana.
El primer objetivo que necesita tener una persona para desarrollar la templanza es ejercitar la claridad: mientras más claras sean las metas y los valores de una persona, con más exactitud encuentra qué es todo lo que le impide hallar felicidad y éxito en el camino de vida.
Ejemplo de la templanza
Ante una discusión, alguien debe mantener la cordura, incluso sabiendo que quizá no gane la batalla. Si piensa que lo importante no es tener razón sino ser feliz, o si se cree que es mejor no calentarse sino hablar las cosas en frío.