¿Qué es la igualdad?

La igualdad es el trato idéntico, sin que haya algún tipo de diferencia por raza, sexo, condición social o económica, condición física, mental, intelectual o sensorial o de cualquier naturaleza, donde todas las personas tienen los mismos derechos y las mismas oportunidades.

La igualdad que debe existir para las personas ante la ley para lograr así una equiparación o el trato equitativo que procura observar el ámbito social y condiciones de existencial de cada individuo.

Sin duda alguna, la igualdad constituye hoy un valor esencial para un verdadero progreso del conjunto de la sociedad.

La igualdad es un valor imprescindible para el progreso y el avance de toda la sociedad, porque ofrece la posibilidad de que cada ser humano tenga los mismos derechos y oportunidades, y en consecuencia, de que cada persona pueda aportar al conjunto desde su libertad, de que pueda contribuir con su trabajo, su esfuerzo, sus conocimientos, su solidaridad.

Ese es el desafío que tenemos por delante mujeres y hombres: caminar hacia un modelo de sociedad más justo e igualitario, hacia un futuro mejor para todas y todos.

Es en la igualdad donde más se practica la empatía y el respeto. Tratar a las personas como iguales significa respetar su ser, sus opiniones y sus capacidades, pues todas las personas tienen un valor intrínseco.

No es bueno criticar por la procedencia de un individuo, ni por cuánto dinero gana, ni por cuán educado es; a fin de cuentas, todos somos seres humanos que habitan la tierra y trabajan en conjunto para formar un mundo mejor.

Cada ser humano se necesita el uno al otro hasta para las tareas más pequeñas, y por ello todos tenemos un valor que existe por igual.

Es recurrente en la sociedad que exista la discriminación por el estatus socioeconómico: en qué trabaja, qué posesiones tiene, etc.

Por eso habrá situaciones donde un médico tenga más privilegio que un plomero, cuando ambos son absolutamente necesarios para la seguridad y el sector de la salud: sin el médico no hay nadie que atienda a las personas, pero sin el plomero no hay hogares que funcionen.

Este es un ejemplo de cómo todos merecen ser iguales, porque cada persona en el mundo tiene algo que aportar y un gran valor que ofrecer al progreso del mundo.

Otro ejemplo: Todos los habitantes de alguna comunidad pequeña tienen igual oportunidad de expresar sus quejas y opiniones de alguna problemática en particular.